Cuando Yukora, el prisionero deje el juego, sacrifica todas las criaturas que controles que no sean Ogros.
Se necesitaron noventa y nueve monjes para realizar el hechizo que atrapó a Yukora. Con la muerte del último de los noventa y nueve, el hechizo se rompió y el demonio regresó al mundo mortal, buscando venganza por su aprisionamiento.